domingo, 20 de julio de 2008

Audiencias musicales del mercado popular

En las calles de Lima los sectores populares tienen poder musical y eso es evidente en su realidad más emblemática: el mercado popular.
En la Lima de los conos emergentes y ya no tan emergentes (véase el caso del desarrollo económico de Lima Norte) las relaciones sociales y laborales, las reuniones y conversaciones de los comerciantes informales y neo-formales (de los nuevos centros comerciales) tienen siempre un fondo musical.
Se escucha música por todos lados y hay música para todos los gustos, bolsillos y estados de ánimo. Aunque algunos dicen que hay más ruido que música pero eso es una cuestión de percepción y de contrapuntos entre culturas diferentes.
La música popular de Chacalón y Selene (por citar dos ejemplos) es hoy la panacea, el alivio y el consuelo del ambulante, comerciante o cliente, en el mercado y en las calles limeñas. Si, y hasta para los choferes de combis y sus cobradores escuchar música en pleno servicio de transporte de pasajeros se ha convertido en una forma de protesta social, despeje y consuelo existencial. La salsa sensual, la technocumbia y el reggaetón, el rock en español y las baladas románticas son también extensiones de ese disímil auditorio de radioyentes pasivos y activos de Lima.
Y esto no es poca cosa si se ve que la mayor parte de limeños pasa hoy varias horas del día viajando en una combi y entrando y saliendo de su casa, de la calle y del mercado, ya sea como transeúnte, comerciante o cliente. En esos espacios y situaciones hay tres constantes cotidianas: gente reunida, gente conversando y música.
Es decir hay colectivismo, oralidad y música, tres características comunes de la diversidad cultural del Perú de masas. Aquí –sugiero– que el concepto de “auditorio crecientemente unificado” que han creado los medios de comunicación del que habla Guillermo Nugent tiene más sentido si se lo ve desde esas dimensiones socioculturales.
Existen muchos referentes de socialización y áreas comunicativas dentro del mercado popular, que día a día negocia sus significados de vida y su lugar en el país, en la música que ponen, y ven, y en las conversaciones que producen.
La calle al igual que la casa es importante para el peruano porque es un referente socializador en su vida. ¿La música que se escucha en el espacio público y el mercado popular pueden ayudar a entender la mentalidad y la idiosincrasia del peruano de hoy? Yo creo que si hasta cierto punto. Mis estudios de campo sobre las audiencias mediáticas del mercado me dan esos datos.
La incertidumbre, el sufrimiento y el aburrimiento, las ilusiones y la tenacidad de todos esos peruanos, hombres y mujeres, niños, jóvenes, adultos y ancianos, que forman parte de ese precario Perú ambulante de los mercados y de la calle tienen las letras y las melodias de una canción.
La música masiva –la chicha y la technocumbia- que ha producido esa cultura de mercaderes ambulantes y mercados populares (casi la mitad de la PEA de Lima) es una muestra de ello. Hay hasta discotecas de cds y dvds y vídeotecas de alquiler y venta de esa música masiva que alienta (y aplaca emocionalmente) la invención de lo cotidiano (el término es de De Certeau) entre las personas y los colectivos del mercado y de la calle.
La cultura masiva en Lima está formando hoy sus valores y mentalidades en el contexto del mercado popular y a fuerza de música masiva, pero también claro que si, con las melodramáticas telenovelas y las películas de acción, que se puede ver entre uno y otro vídeo de música vernacular de cantantes folclóricos, de la sierra, la costa y la selva, consagrados y en ciernes.
La globalización mediática y parte de la cultura ‘intercultural’ del país, con su forma de ser y de querer ser, se ve y se escucha hoy –ese es el escenario intercultural masivo– en la vida cotidiana musical y pública de los mercados populares de Lima.

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