lunes, 15 de marzo de 2010

Via Padova y la gresca de unos jóvenes inmigrantes

Via Padova en Milán es una calle popular en un barrio multiétnico de negocios y casas, donde viven junto a los italianos, varios grupos de inmigrantes sudamericanos, magrebíes, asiáticos y africanos que han emigrado al norte de Italia para mejorar sus vidas, sus familias, sus profesiones, buscando para los suyos y ellos mismos la idea-posibilidad de que el futuro como nuevos ciudadanos se convierta en una oportunidad, por eso que el acto vandálico del sábado 13 de febrero, en Via Padova, donde ha muerto, un joven egipcio de 19 años, Hamed Mamoud, es un hecho aislado.
Decir que una muerte es culpa de todos los inmigrantes, como escuché decir a algunos políticos y a la televisión después de los actos violentos en Via Padova, es una aseveración mediática, retórica, anti-migratoria, tremendamente miope, porque no reconoce el aporte de los inmigrantes en Italia, que con sus trabajos generan el 9,7% del producto interno bruto (PIB) del país, según ha reportado el ISMU con datos del año 2009.
Sucede que los procesos sociales están conformados por varios factores, nunca es un solo factor, son procesos multifactoriales y multidimensionales. Lo que pasa en la microsociedad de una familia se expande en las relaciones entre amigos, en un barrio con creencias, valores y costumbres diferentes, y ese es el contexto y el modus vivendis de los jovenzuelos latinoamericanos y magrebíes de la gresca del 13 de febrero en Via Padova.
La violencia, la agresión, el irrespeto de los otros culturalmente diferentes son indicadores que los procesos sociales pueden ser también ásperos y peligrosos. Se dan en situaciones que cambian rápidamente, albergan odios y resentimientos, desencadenando crisis, conflictos y hechos desgarradores como el de la muerte. ¿Alguien les explico esto a esos jóvenes? ¿Saben los políticos que los problemas juveniles entre inmigrantes y las ciudades se dan, porque no se sienten parte de sus nuevos contextos de vida, por falta de integración?
Así, el 13 de febrero último tenemos a estos muchachos como infelices protagonistas de un lúdico intercambio de miradas, dentro de un autobús que va y viene por Via Padova. Un intercambio no verbal a cortocircuito entre inmigrantes, que es lo único que los hace iguales, pero rivales, diferentes, desconocidos, quien sabe si unos más violentos que otros, estimulados por la fuerza más que por la razón, rivales en una calle que se mueve en torno a ellos, mientras viajan dentro de un autobús, y ven pasar los negocios, de los emprendedores inmigrantes que contribuyen al crecimiento del PIB italiano, las carnicerías de los Mohammed y los Mustafa, los kebab de los Omar y Ossama, las casas de remesas de los Reyes, los abarrotes y las cervecerías de los peruanos; las peluquerías de los chinos y las cabinas de Internet de los marroquíes.
Mientras sus padres, hermanos, amigos, connacionales, inmigrantes como ellos trabajan y trabajan, estos jóvenes se sienten fuera y a su vez dentro de una ciudad que no los ve. Son invisibles sociales. Y allí están son jóvenes enojados, que se reinventan, se mueven en grupos, buscan aliados y códigos personales, intercambiándose mensajes de texto por celular y descargando música por iPod. Los ves porque se ponen bandanas, usan pantalones largos, felpas y casacas large o XXL. Zapatillas blancas, caminan con el pantalón debajo de la cintura. Escuchan música, hablan entre ellos y casi no hablan con los adultos. Sus conductas y formas de ser son contestatarias.
De repente empieza la pelea, insultos en italiano, español y árabe. Alzando las piernas y mostrando las suelas de sus zapatillas gastadas al igual que sus esperanzas, hay que defenderse, hay que imponerse, hay que castigar a los que se meten con nosotros, suelen decir estos grupos. Ahora los puñetes son más fuertes y los hematomas queman en la piel como la ira dentro de ellos. Es la crisis total entre esos jovencitos desbordados, en un contexto de ciudad comercial, consumista, que tiene a las familias trabajando todo el día, con ancianos solos, adolescentes solos donde hay más solteros y solteras que enamorados.
Es un sábado de invierno, hace más frío que nunca y las transacciones en Milán van bien, se vende y compra en las vísperas del día de San Valentín. A pocas cuadras de Piazza Loreto, donde los milaneses de la resistencia antifacista colgaron los cadáveres de Benito Mussolini y de su amante Claretta Petacci, poniendo fin al fascismo, unos jovencitos magrebíes y sudamericanos se agarran a golpes y uno de ellos, saca un objeto punzo cortante, quitándole la vida a un joven, que para la crónica es más inmigrante que persona.
Detrás de la muerte en Via Padova, hay una guerra entre pobres, complejas relaciones de exclusión social, con una gran carencia de afectos, dentro de una sociedad muchas veces demasiado lejana de las condiciones personales, sociales y económicas de estos jóvenes. Pese a ello, por otro lado, hay, en paralelo, un proceso virtuoso, felizmente mayoritario de inmigrantes, que viven en Milán y reclaman y demuestran, cada día, con sus propios trabajos, esfuerzos y asociaciones: la dignidad del inmigrante, sin caer en el estereotipo.

La comunicazione come strategia per la partecipazione e l’empowerment

Bene mi sono emozionato, con un grande sorriso, guardando il viso del mio professore di comunicazione José Martínez de Toda, in un collegamento d’internet per la web conference che abbiamo organizzato con il Centro Interdisciplinare sulla Comunicazione Sociale (CICS) della Pontificia Università Gregoriana di Roma.


Lui in Venezuela ed io a Milano. Ho esordito dicendo che posso apportare un indicatore in più alla verifica riguardo all’uso d’internet, nel senso che il mezzo riesce a trasmettere emozioni. Già che sono tendenzialmente più comunicativo che mediatico, la battuta è soprattuto per me, per auto-convincermi che il mezzo-canale-internet è utile.

Comunicare per internet, trasmettere conoscenze per internet, intercambiare esperienze, concetti, proposte, studi è quello che abbiamo fatto venerdì 12 febbraio con Augusto Dos Santos, attuale ministro della comunicazione per lo sviluppo del Paraguay, José Martínez de Toda (incaricato della comunicazione delle provincie dei gesuiti in America Latina), Thomas Thomas (Università di Roskilde – Danimarca), Ary Ramos (coordinatore del Seminario Online del CICS), insieme a una ventina circa di studenti latinoamericani.

La nostra interconnessione ha unito Italia, Venezuela, Danimarca, Paraguay, Perù e Bolivia.

Nella conferenza abbiamo discusso sulla comunicazione, la partecipazione per la cittadinanza e lo sviluppo. Alcuni punti di base sono i concetti di partenza nella comunicazione sociale, identificata come una comunicazione processuale, che non è solo strumentale-mediatica. Una comunicazione che cerca di promuovere le capacità e le competenze dei soggetti protagonisti e coinvolti nelle dinamiche sociali a favore del cambio sociale.

La premessa dello sviluppo è il cambio sociale, no per preservare la realtà esistente, se non per cambiarla, superando la disuguaglianza, per rafforzare le capacità delle persone e i processi verso una società giusta per tutti.

Esiste comunicazione per lo sviluppo in contesti dove non c’è inclusione sociale, dove ci sono conflitti, e dove la partecipazione della società è minima, con livelli socioeconomici di disuguaglianza.

Il consenso fra tutti i partecipanti è stato che non esiste una formula magica per lo sviluppo. L’importanza di mettere in confronto il paradigma diffusionista (strumentale) con il paradigma partecipativo e il paradigma culturalista è una tendenza che abbiamo riconosciuto nei progetti e nelle campagne di comunicazione per lo sviluppo realizzati in America Latina, Africa e Asia.

In fase di esecuzione di progetti e interventi si avverte, che si è riconosciuta l’importanza che la comunità decide la partecipazione, perché saranno loro i beneficiari e gli agenti di sviluppo per la continuità dei processi di cambiamento e il rafforzamento delle reti e i progetti che promuoveranno lo sviluppo.

La partecipazione da parte del comunicatore implica prendere decisioni e impiegare metodologie adeguate per l’azione sociale, mantenendo sempre il criterio del capitale umano e il capitale sociale.

domingo, 14 de marzo de 2010

La valentía en persona: Juan Julio Wicht SJ


Leyendo la edición online del diario El Comercio de Lima me enteré que Juan Julio Wicht SJ ha muerto ayer en Lima, el viernes 12 de marzo. Es una pérdida lamentable, pues se trata de uno de los intelectuales humanistas más lúcidos del Perú de las últimas décadas. Su gesto de quedarse entre los rehenes durante la toma de la residencia del embajador de Japón en Lima, en 1997, por parte del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) hizo de él un ejemplo de valentía y como dijo entonces la prensa peruana se erigió como “un símbolo de humanidad”, pues se quedó cautivo voluntariamente. Ha dejado testimonio de su experiencia como rehén en un libro titulado: “Rehén Voluntario, 126 días en la Residencia del Embajador del Japón”, Edit. Santillana, Lima 1998. Wicht insistió en sus investigaciones, estudios y conferencias en hacer notar la dimensión social de la economía, de inclusión, y pidió a la opinión pública y a los políticos un esfuerzo moral para reconocer, sin mezquindades, los resultados del informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional sobre los 20 años de violencia política en el Perú. Conocí personalmente su gran disponibilidad a través de mi amigo, el periodista César Arias Quincot. Pues fue Wicht el jesuita peruano que firmó mi carta de presentación cuando yo me postulé como doctorando a la Pontificia Università Gregoriana. Esta noche he llamado por teléfono a Lima a César, quien me contó que la última vez que vio a Julio fue en una conferencia del Le Monde Diplomatique en Lima, estaba en silla de ruedas y conversaba con desenvoltura, como era su estilo. Fue profesor de economía en uno de los reductos de los economistas peruanos, la Universidad del Pacífico. Su perfil jesuita, es decir académico riguroso, progresista y profesional al servicio de la sociedad, hacen de él, un referente moral y humano. Por su enfermedad no logré concretar una entrevista con él durantes mis viajes a Lima. Su figura queda indeleble en mi memoria. Su nombre está en los agradecimientos de mi tesis doctoral.