domingo, 3 de julio de 2011

Co-desarrollo, los inmigrantes como ciudadanos

Cuando me hablaron por primera vez de Co-desarrollo hace unos tres años, se me quedaron en la mente estas ideas: “relaciones sur-sur de la cooperación internacional”, “vínculos transnacionales”, “fortalecimiento de capacidades” y “redes de colaboración”.

Esas mismas ideas han marcado la pauta de lo que he realizado coordinando un proyecto de Co-desarrollo que el Comune di Milano ha financiado a la Associazione Fratelli dell’Uomo el año 2009. Co-desarrollo es una forma de vincular de forma positiva migraciones y desarrollo. La particularidad de este proyecto, con un componente en Italia y otro en Perú, es que busca fortalecer las capacidades de asociaciones de inmigrantes peruanos, facilitando su participación en el territorio milanés como agentes de desarrollo, al igual que en sus comunidades de origen.

El proyecto ha organizado un curso residencial durante 4 fines de semana, en la Cascina Santa Brera, dirigido a representantes de asociaciones de inmigrantes peruanos. El curso abordó 4 subtemas: normativa migratoria, ser asociación, metodología FODA para la elaborar proyectos y el enfoque de Codesarrollo.

La formación ha permitido reconocer la factibilidad de las dinámicas de grupo, la metodología interactiva y el trabajo de talleres con los participantes. Superamos entre formadores y participantes ese viejo prejuicio que el formador lo sabe todo y partimos más bien del criterio que si se comparte el conocimiento entonces se aprende más y se robustece el grupo y la organización.

En cuanto a las características de los inmigrantes que participan del Co-desarrollo, la investigadora española Blanca Muñoz-Cobo, comenta que: “la premisa del Co-desarrollo es que los inmigrantes deben estar motivados y convencidos que ellas y ellos son imprescindibles en el proceso que implica un desarrollo compartido”.

Sin esta capacidad de comprensión e identificación del rol que demanda el Co-desarrollo, la acción del inmigrante quedará confinada (sin detrimento de ello) a un grupo aislado sin redes ni perspectivas sociales.

Pero si en cambio ese interés de participación va de la mano con la capacitación, el fortalecimiento del grupo, la formalización de la asociación, el ejercicio democrático en la elección de sus representantes, con una visión y misión de actividades, entonces esa asociación podrá tener el status para ser reconocida como tal y convertirse en interlocutora de la comunidad de inmigrantes ante la sociedad civil italiana, y otras asociaciones civiles.

Las asociaciones latinoamericanas tienen un gran potencial para ser eso que la “Ley 328” del Parlamento Italiano denomina “Terzo Settore”, pues de una u otra manera aspiran a cumplir social y culturalmente “la integración y participación” de todos los ciudadanos. Sin embargo, a gran parte de las asociaciones al menos en Lombardía les falta formalizar o reforzar con competencias adquiridas mediante la formación, un rol de utilidad, cooperación y promoción social.

Este es uno de los potenciales que tienen las asociaciones de inmigrantes, es decir ser esos ejes de desarrollo, que trabajen para la integración social.

Toda esta lógica de participación de los inmigrantes implica superar prejuicios de minusvalía que muchos tienen frente al sistema institucional italiano.

Para eso hay que trabajar en construir capacidades acompañando personas y grupos en procesos de aprendizaje y buenas prácticas, para generar así un efecto positivo de buenas experiencias que permitan el reconocimiento del inmigrante como beneficiario o socio estratégico de proyectos de desarrollo local y transnacional.

Bajo el paraguas de esta perspectiva de la cooperación descentralizada, el inmigrante no es más el inmigrante (mano de obra/trabajador), es sobre todo un sujeto social con cultura, memoria, propuestas de cambio social, todo un ciudadano activo capaz de generar propuestas de intercultura y bienestar social. Ahora el vínculo con la tierra de origen no es ideal, es real, y la participación al desarrollo una práctica que parte de la toma de conciencia del inmigrante en un sentido de comunidad nueva enlazando historias y vínculos de confianza.