lunes, 5 de julio de 2010

Historias del Perú

Cuando me pongo peruano aquí desde mi residencia en Milán pienso siempre en los viajes que hice de Lima a los andes peruanos, donde superé, conversando y compartiendo con la gente la diferencia maniquea que se suele hacer entre el Perú de la ciudad y el Perú de provincias. La he pasado bien escuchando a mis compatriotas en sus pueblitos, playas, fiestas, chacras, almuerzos, mercados, estudios, juegos, bailes, zonas arqueológicas; mientras se viaja y camina, a caballo a pie, bajo el sol o la lluvia. Ese Perú que he visto como viajero, periodista, sociólogo o consultor lo he resumido en algunas agolpadas líneas de historias de mi patria y que ahora cuento como peruano que soy.

La diversidad cultural del Perú
Me encontré cara a cara con el Perú en el Parque Canepa, en Lima, en el distrito de La Victoria, rodeado de mercados populares con ambulantes e inmigrantes venidos de Huánuco, Ayacucho, y Ancash allí como promotor de lectura en una biblioteca pública descubrí las diferentes culturas, regiones y formas de ser que tenemos los peruanos, entendí compartiendo esos contextos y hablando con los hijos de los comerciantes ambulantes: la exclusión social y la pobreza, pero también el enorme bagaje de mundos imaginados y vividos que tienen los que cruzan las fronteras andinas y costeñas del Perú y salen hacia las ciudades en busca del progreso.

La estrella de la alegría
En uno de mis viajes a los Andes peruanos -me gusta ir a los nevados- decidí ir a Ocongate en Cusco donde al pie del Nevado Ausangate se celebra la fiesta de la Estrella de la alegría, “el Qoylluriti”. Caminando en la puna me convertí en dos días en mochilero y peregrino y subí con mi corazón costeño hasta el santuario donde la tradición católica cuenta que apareció la imagen de un Cristo Crucificado muy venerado en la zona.

Mientras los pabluchas y ukukus (personajes disfrazados de la fiesta) rezaban al Cristo, los pastores de alpacas y los campesinos quechua hablantes bailaban (y yo con ellos) en comparsas coloridas que iban formando en rondas las comunidades desde las que ellos venían varios pueblitos y caseríos del sur peruano. Los más avezados llevaban cruces a cuestas y escalaban el nevado calzados con chimpunes para agradecer al Apu “el Dios de la montaña” las cosechas y la vida natural que les provee cada año.

Pero los 6.384 metros de altura del Ausangate me quitaron oxígeno y en la primera y última noche del festival la hipotermia me aguó mis planes de viaje mientras dormía, tenía 22 años y no supe decir qué tenía porque nadie hablaba español en la carpa de plásticos que remecía el viento helado de la noche. Con escalofríos y un dolor de cabeza que me hacía desfallecer, unos campesinos en un abrir y cerrar de ojos me pusieron sobre unos pellejos de carnero y con estiércol de alpaca hicieron una fogata, sin más trámites llamaron a una niña vestida con polleras, chalecos de rombos andinos y un tocado como el de las ñustas. La niña cogió agua y la vertió en una olla de barro, en ese recipiente preparó una infusión con hojas de coca, que yo bebí sin dejar una sola gota en la taza.

Nunca olvidaré esa niña con su rostro ennegrecido por el frío de la puna y su sonrisa blanca como el nevado, me salvó la vida. Ella era peruana como yo y su nobleza me hizo notar el valor humano y lo generosos que podemos ser los peruanos. Esa fiesta me reveló el mundo andino y yo siendo limeño me sentí orgullosamente quechua.

Las audiencias mediáticas de la calle
Cuando el niño empezó a cantar y dibujar acerca de cómo él usaba los medios de comunicación en la calle y le siguieron muchos niños y niñas, la tarde soleada en San Juan de Lurigancho me confirmó la intuición para fundamentar mi tesis doctoral que el uso social de la televisión y la radio en contextos populares de los mercados y las zonas urbano marginales de Lima permite recrear la comunidad colectiva, con lo cual se puede decir sociológicamente hablando que existe una especialidad en la cultura peruana por el canto, lo colectivo y la narración y que siguiendo estos factores es posible entender los dramas, esperanzas y triunfos de la historia del Perú.

Cuando leí mi disertación de tesis doctoral en la Universidad Gregoriana de Roma dije también embargado por la emoción del contexto académico, que me queda la sensación (lo sigo creyendo) que en el Perú hay cientos y miles de potenciales escritores, etnógrafos, sociólogos y antropólogos relatando sus experiencias de vida desde lo multicultural y pluriétnico en narraciones e historias inolvidables en los que se contrastan dramas y sueños oníricos.

La percepción del extranjero en la prensa italiana

La percepción del extranjero es más negativa que positiva en la prensa italiana, en los medios el inmigrante no tiene derecho de réplica, la mayor parte de veces ni siquiera es interpelado por los medios de comunicación que además no tienen canales de contacto con las comunidades de extranjeros residentes en Italia, ha comentado en Milán la periodista italiana, Rosi Brandi, presidente de los cronistas lombardos.

Se ha asociado en los últimos tiempos la palabra extranjero -comenta Brandi- con una serie de palabras publicadas en la prensa italiana tales como: “clandestino, seguridad, rumanos, gobierno, Roma, marroquíes y albaneses”.

Brandi hizo estos comentarios a mediados de junio en el encuentro “Il ruolo dei media etnici nella comunicazione della diversità” en el circolo della Stampa di Milano, sala Montanelli, que contó con la participación de periodistas italianos y extranjeros procedentes sobretodo de Latinoamérica, y cuya organización estuvo a cargo de la Secretaria Nacional del Migrante Ecuatoriano (Senami, Italia).

El extranjero suele aparecer en la prensa italiana en la sección de la “cronaca nera” (crónica amarilla) divulgándosele la nacionalidad, sus nombres completos como supuestos involucrados y sus fotografías en desmedro de la tutela de la privacidad. Con datos de la Brandi se informó que el 76,2% de las noticias donde aparecen extranjeros en Italia se refieren a estos como “autores o víctimas de delitos”.

El cuadro de la situación no es de los mejores para el ciudadano extranjero residente en Italia y que de alguna manera es protagonista de algún evento o crónica. Si la percepción desde las redacciones de noticias es esta, la sensación desde la realidad es que el extranjero sea visto como una persona “extraña y lejana”, que es introducida en los medios de masa sin que se le conceda la palabra por una tercera persona que es el periodista.

En todo caso la excepción a la regla en la que los extranjeros son presentados “dignamente” por la prensa italiana se da especialmente en los deportes (en el “calcio” tenemos varios ejemplos), la moda, la publicidad, las empresas, la literatura, la iglesia católica, la academia y la diplomacia. De lo cual se deduce que para ser “extranjeros positivos” en el mundo mediático itálico uno tendría que formar parte de esos espacios de realidad apenas descritos.

Detrás del fenómeno periodístico italiano del tratamiento de noticias sobre los extranjeros existe una serie de estereotipos y prejuicios que distorsionan la percepción de los “nativos” frente a los “foráneos”, que viene no solo de una cultura de la “fábrica de noticias” que son las sedes de los medios sino también de las facultades y escuelas donde se forman los periodistas.

Introducir o fortalecer en las facultades universitarias la materia de Los estudios culturales vinculados al tema de la migración podría ser de gran ayuda en la formación de los futuros periodistas, al igual que las relaciones profesionales que se pueden ir generando entre los periodistas extranjeros con sus pares italianos al interior de los albos periodísticos.

En el año 2008 se aprobó la Carta de Roma que es un Código deontológico en la que se reafirma la dignidad y la no discriminación de los inmigrantes presentes en Italia, el documento que ha sido firmado por el Consiglio Nazionale de la Ordine dei giornalisti y la Federazione Nazionale della Stampa Italiana incluye un glosario para que los periodistas sepan de qué hablan con conocimiento de causa.

Dicho glosario incluye palabras hasta antes del 2008 malinterpretadas o poco conocidas por los periodistas, dichas palabras son: solicitante de asilo político, refugiado, beneficiario de protección de humanitaria, víctima de trata, migrante o inmigrante, migrante irregular (que en Italia erróneamente se le conoce como clandestino).

Aún así la situación no es del todo adversa, una investigación publicada por el Consiglio Nazionale delle Ricerche sobre “los periódicos de los extranjeros en Italia” informa que esta es una realidad que está creciendo sea en forma impresa que en internet, con un número de ejemplares que llega a las 350.000 copias, y de ellas el 70% es distribuida en forma gratuita.

La función de estos medios extranjeros producidos en Italia es doble porque mantienen una vinculación con la tierra de origen a través del uso y la lectura del idioma nativo y presentan textos en idioma italiano, ambas funciones, dice el trabajo de Barbara Fiorentini, pueden ayudar al proceso de integración en Italia.

El periodismo y la prensa tiene que ver con el mundo cultural, la esencia de los periódicos son los contenidos nuevos, un periódico se hace a partir de la sorpresa del día -utilizo las palabras del periodista español Juan Cruz para cerrar este artículo- los periodistas han de conseguir historias que atraigan a sus lectores.

Pero ¿cómo se hace eso si los periodistas no conocen a la gente?, ¿cómo se puede hablar de migración si no se conoce qué es migración y no se pregunta al inmigrante? ¿La industria cultural italiana de los medios tiene una cultura sobre el inmigrante, la migración y la diversidad cultural? Dejo a los lectores la reflexión de estas cuestiones.

Por otra parte, pienso que los periodistas extranjeros residentes en Italia deben romper el gheto de la información definiendo, opinando y narrando las realidades que nos toca vivir en un mundo global transnacional y democrático, en el que el discurso inmigrante se disuelva en la ciudadanía de las personas.