jueves, 22 de octubre de 2009

Desarrollos, comunicaciones y mundos posibles


La comunicación está marcando el paso del desarrollo, de la modernidad y de la globalización, pero se comenta poco acerca de la comunicación y los comunicadores como constructores de identidades y culturas entre medios, personas y sociedades.

El punto de partida es la cultura, algunos elementos que se conectan con la cultura son el sentido de pertenencia a una comunidad, la identidad y los significados que van surgiendo en la interacción social, dentro de diversificados modos de vida, de valores, en los que el hombre y la mujer transitan de un estado natural a un estado social (por la cultura, ellos y ellas se vuelven dueños de sus instintos, inclinaciones, sentimientos y pensamientos), también logran ser realizadores de valores (para hacer el Bien contra el mal).

Pero no basta vivir en una ciudad moderna para ser civilizados, pues civilización significa, particularmente, adelanto. Cultura significa, esencialmente, perfeccionamiento. La civilización es exterior. Los edificios modernos, por ejemplo. La cultura es interior. Civilización es transformación del medio. Cultura es transformación del hombre, observa el analista social, Ruiz Riquero.

Por su parte, la comunicación humana y mediática facilita el crecimiento de la cultura. Y aquí el papel que tenemos los comunicadores, desde nuestros ámbitos familiares, de enseñanza y profesionales ya sea frente a los medios y utilizándolos es el de vehicularlos en nuestras interpretaciones e intervenciones, para contribuir con el fin mismo de la cultura que busca incesantemente generar el proceso de la perfección humana, es decir: lograr, en el hombre y la mujer, la capacidad de reflexionar sobre sí mismos, enalteciendo el intelecto y la dignidad de la persona humana.

El hincapié que se propone aquí es el de que tratemos de encontrar al interlocutor en la comunicación, humanizando nuestras relaciones sociales, en una tarea de creación cultural que es una misión eterna, nunca acaba. Sin perder de vista las cuestiones éticas, la interculturalidad y el compromiso social con nosotros mismos ante la sociedad y nuestro oficio. Por eso se dice que la comunicación es importante para la cultura, porque la comunicación cuando deja de ser una actividad básica y se vuelve compleja, construye mundos sociales y culturales.

Hay demasiadas mentiras, dramas, opresiones, exclusiones en las relaciones entre las personas, las sociedades y los pueblos. Los periódicos, la televisión, las telenovelas, las canciones, el cine, la literatura hablan siempre de esto, pero raramente presentan las soluciones posibles. Con lo cual, vemos que la cultura se ha ido convirtiendo también en un campo de batalla, entre fuerzas ambiguas que se contienden el mercado de consumidores, y dominan muy audiovisual y multimedialmente desde las industrias mediáticas.

Desde mi posición profesional y ciudadana, pienso que la verdadera libertad está en encontrar nuestro fundamento, nuestra base humana y aceptar o al menos reconocer que vivimos inmersos en multifacéticos procesos en nuestro devenir social. Somos seres sociales en la medida que vamos aprendiendo a definir y actuar nuestros roles, reconociéndonos en una cultura comunicativa.

Hoy más que nunca, por lo de la constante transculturalidad y modernidad, la persona socializada, culturalizada, empeñada en salir de la pobreza, en progresar, en lograr condiciones de bienestar debe contrastar (allí está el sentido de construir la identidad) sus sentimientos y reflexiones con su propia historia personal, sus biografías y sus actos, para motivar reacciones personales y sociales en su contexto. Las dimensiones de la vida social contemporánea (familiar, laboral, educativa, religiosa, sentimental, nacional, amical, virtual, de adolescentes, adultos, etc.) no son simples eventos, se trata más bien de procesos, interacciones, también de compromisos, donde las identidades se reafirman, cambian o perecen.

La de hoy es una vida, que nos toca vivir y hacer vivir (proponiéndonos a nosotros mismos y a los demás desarrollos, comunicaciones y mundos posibles), renovando el ideario que la paz, el bien y el amor (no el desamor) son claves para el desarrollo, pues son cuestiones con las que tenemos que tratar siempre en nuestras vidas, aunque medio mundo crea, o se lo hagan creer, que no es así


miércoles, 21 de octubre de 2009

La comunicación con un énfasis de la teoría al contexto y la dimensión cultural para América Latina

1. Enfoque para validar las prácticas comunicativas en contextos culturales diferentes

Este énfasis es útil para cumplir la lógica de ir de la teoría al contexto, con el fin de mejorar nuestras teorías, definiciones y planteamientos. Una de las limitaciones del abordaje de la comunicación en América Latina es que sus propuestas comunicativas no se han logrado sistematizar del todo, y no se ha dado ese salto cualitativo de ir de las prácticas y las oralidades a la escritura. Se sabe que en investigación y en la enseñanza es importante teorizar para validar las prácticas. Un criterio que deben tomar en consideración los formadores de formadores, los comunicadores y los responsables de programas de desarrollo humano.

2. Comunicación desde el contexto latinoamericano, con interculturalidad

Las culturas latinoamericanas tienen muchas memorias y muchas voces, por eso que nuestras comunicaciones deben tratar de articular todo ese patrimonio cultural, que incluye las historias orales del campesino, las canciones de los adolescentes y jóvenes de los barrios urbano marginales de la ciudad, los juegos de los niños, el sentimiento y la lucha de las mujeres, las conversaciones del inmigrante. Los discursos del campo y de la ciudad. Todo esto es parte del contexto latinoamericano.

La cultura no comprende solo las artes y las letras, sino también los modos de vida, los valores, en resumen: la civilización.

Bernardo Kliksberg en su libro "Más ética más desarrollo" (2006) señala que las bases para el rescate en valores de la sociedad latinoamericana está en "las bases de nuestras culturas latinoamericanas, en nuestras creencias religiosas, espirituales, en nuestras creencias filosóficas, el ejemplo de nuestros libertadores, nuestras culturas indígenas, tienen un fondo presidido por estos valores. Y ha llegado el momento de rescatarlos", invoca.

Así, una comunicación intercultural permitirá incorporar a las grandes mayorías a la composición de un discurso de todos, que sea una práctica para el cambio social y no solamente un decir sin acción. Pues sabemos que el subdesarrollo en latinoamérica no es solamente económico, sino también producto de la exclusión social y la desigualdad entre los miembros de las sociedades que la componen. Razón por la cual un discurso de comunicación para el desarrollo con su componente de interculturalidad es fundamental para empoderar a los más pobres.

Nuestro análisis está vinculado a la apropiación de los productos culturales: sin la iniciativa y la participación de los agentes locales, la llegada imprevista de productos culturales (como un espectáculo, una exposición o la realización de una transmisión radiofónica) se corre el riesgo de no dejar huellas en la práctica.

En la reflexión sobre el desarrollo local, no se pueden separar ambos conceptos: "cultura de la gente" y "cultura para la gente". Tampoco puede estar ausente la dimensión cultural en los proyectos de desarrollo, ya que de lo contrario estos serían incompletos ya que se les habría privado de una parte de su eficacia.

"Hay que situar el problema de la cultura de la gente, de la cultura local y más específicamente de la cultura rural, en el contexto de la mundialización: hoy en día por muy original que sea una cultura, ésta estará sometida a los mensajes de una información tanto inmediata como mediatizada e impregnada de lo que se denomina la cultura de masa", comenta el profesor Bernard Kayser de la Universidad de Toulouse-Le Mirail (Francia), en un artículo del 'Leader Magazine'.

3. Lo local, la cultura y la tradición: ejes de la comunicación para el desarrollo

Pensamos que el cambio social no es motivado únicamente por el comportamiento individual, y por metas económicas sino que es definido principalmente a través de la cultura y la tradición.

Así podemos decir que la comunicación para el desarrollo se ocupa de:

- la cultura,

- la tradición,

- el respeto por el reconocimiento local, y

- el diálogo entre los especialistas del desarrollo y las comunidades.

Es un proceso abierto que se reafirma con la voluntad de diálogo, la predisposición de los actores para la participación, donde se interactua con grupos sociales.

El uso de los medios es una parte de la comunicación para el desarrollo no es en sí la comunicación para el desarrollo. El uso de los medios para este fin es una estrategia para lograr posicionar, difundir y concientizar lo que es comunicación para el desarrollo.

4. Desde el campo de los medios y la metodología etnográfica

Pasando al campo mediático, para nosotros es importante identificar los enfoques realizados por el teórico estadounidense James Lull (1980, 1990) sobre los usos sociales de la televisión y el método etnográfico para estudiar el público de los medios, porque permite identificar conceptos y métodos empíricos para ir a investigar los públicos de los medios en sus mismos ambientes naturales.

La utilidad del trabajo de Lull está en que con sus estudios nos permite operacionalizar los marcos teóricos, es decir encontrar instrumentos para entrar al mundo de la vida cotidiana de las audiencias y al mundo de la producción de significados de los públicos que usan los medios, privilegiando para ello un enfoque que opta por lo etnográfico y los métodos cualitativos.

Privilegiar análisis sociales que nos permitan pasar de la revisión de la teoría a observar y conversar con los protagonistas de la realidad, y viceversa, es un giro cualitativo que los analistas sociales podemos seguir para asistir a las prácticas y usos de las gentes.

Desde la perspectiva de la teoría de los usos sociales de la televisión y la metodología para estudiar al público de los medios podemos notar la importancia que tienen los medios para generar mensajes, textos y contextos.

La tarea del investigador (y del realizador de las prácticas comunicativas) es entender y explicar cómo se producen las comunicaciones, en ese espacio real de interlocutores que es el espacio de recepción de los medios y sus múltiples contextos urbanos, rurales del sur y del norte de las naciones; donde las culturas se definen y redefinen mediante las prácticas sociales que incluyen a los medios, y que van organizando, influyendo o modificando, que duda cabe en: la vida cotidiana, la casa, el mercado popular, el barrio, los nuevos distritos y las ciudades con sus muchedumbres, sus edificios privados y sus villas miseria.

El público de los medios no es más una masa sino una serie de sujetos sociales críticos con sentidos, competencias e imaginarios que abarcan lo doméstico y familar, lo global y tecnológico.

domingo, 18 de octubre de 2009

La Comunidad

Ya empiezan los primeros vientos gélidos en Milán. La noche aquí muy cerca del Parco Marinai d’Italia y Piazza Cinque Giornate me enfría la nariz y me recuerda mis tiempos de resistencia personal en Italia, cuando las nostalgias y los recuerdos de Lima, reaparecen derrepente en la sensación de escalofrios que produce el frío detrás de las ventanas.

La televisión está encendida y con los niños de la comunidad de acogida, donde trabajo como educador, hemos terminado de ver una película donde el protagonista es "Garfield", el gato come lassagna y astuto, que se la sabe todas, con muchos amigos y querendón. Con los niños rio como siempre y comparto este espacio físico, emocional y cercano al mismo tiempo, donde ellos y yo vivimos juntos la comunidad. Una vida que a estos niños y niñas y a mí me ha tocado vivir por varias horas de días, semanas y meses. En estos casi siete años de educador, me quedan siempre presentes las palabras de mis colegas que me antecedieron y que, por motivos familiares, ya dejaron el servicio. Ellos pasaron entre 9 y 20 años en esta apartamento de Milán, donde funciona la comunidad de acogida. La paciencia, la calma al momento de afrontar las discusiones internas con los menores, la atención esmerada hacia ellos y el sentido común, son algunas de las consideraciones que en mis muchas conversaciones con mis colegas surgían, se repetían, abrían y cerraban los cambios de turno.

Mi experiencia de trabajo como educador de menores también me ha enseñado que uno debe mantener siempre en pie la idea del rol, la perspectiva que uno es el facilitador de un proceso, y de un momento, un tiempo en que los menores que viven en una comunidad, están cumpliendo un rito de cambio, una coyuntura (que a veces dura muchos años) entre sus casas, sus propias historias personales y las relaciones con sus padres. Ellos están elaborando sus vivencias adversas mientras están aquí. La empatía comunicativa, la capacidad de decir sin hablar: con los gestos, el respeto, la presencia misma pueden producir cambios importantes en la vivencia de los seres humanos; en las formas de ser y hacer. En mis tiempos de educador he aprendido que la presencia física durante la jornada en un espacio familiar o social, donde se mantienen vínculos interpersonales significativos, la comunicación constante, que no es necesariamente invasiva, y la capacidad de ser representativos, serios, coherentes, afables, pero también formales pueden marcar la diferencia en la relación educativa entre el educador y el menor de una comunidad de acogida.

Pero lo que estoy diciendo en estas últimas líneas es puro análisis, apenas una aproximación para tratar de explicar una relación humana entre educadores y menores, sin llegar a una paridad de trato (porque eso sería comportarse como jovenzuelos, que es siempre riesgoso en un espacio educativo, donde el cómo ponerse frente al menor es el papel mismo del educador, sin ser ni muy serio ni muy informal). Es que al fin y al cabo, me doy cuenta que tanto el educador como el menor de la comunidad vivimos una misma experiencia, en un espacio de búsquedas, respuestas, conversaciones, enfrentamientos, tristezas, identidades, sueños, miedos, anhelos, esperas, y muchas esperanzas. El desafio, la apuesta y la convicción que me mueven a ejercer el oficio de educador es el de creer que los niños, pueden tener la posibilidad de vivir una realidad diferente, con un poco más de armonía, sin tantas peleas. La fe en la transformación del hombre y la mujer para hacer el bien y en su creatividad para vivir la vida, transformando la realidad, es un buen ejemplo que me deja mi experiencia de educador de comunidad.

La índole gregaria que tiene el ser humano y la capacidad de creer en los cambios de las personas es lo que a mí personalmente me deja pensando el hecho de ejercer como educador, lo cual significa un acto continuo, y un atteggiamento di pensiero en mi historia personal si se me permite la licencia de la frase. El hecho mismo, que uno pueda sentarse a elaborar sus vivencias, como lo estoy haciendo en esta noche de otoño, es un tiempo de reflexiones necesarias.