lunes, 27 de julio de 2009

La intersubjetividad de los peruanos


Quisiera ensayar un repaso de los mundos sociales, que he visto/observado/vivido en Lima en mis multifaceticos roles de educador, limeño de a pie, periodista y doctorando.


Hay momentos, y este es uno de ellos, en que pienso en la realidad peruana en el que surgen y reaparecen como remanentes una serie de nombres, conceptos, palabras-claves y definiciones, congresos en los que he presentado papers, viajes, lecturas y silencios reprimidos por los trajines del trabajo donde me ha tocado hablar del Perú, pensar en el Perú e interpretar al Perú para interlocutores o auditorios.

Debo decir que siempre se me queda la palabra “intercultural” como perspectiva de análisis y me doy cuenta que lo que más fascina y sorprende de mi país es la incógnita que representan todos esos mundos privados y públicos enredados, entrecruzados, que coexisten entre sí (muchos de ellos desconocidos porque no han sido explicados todavía, suficientemente a grandes auditorios, por las ciencias sociales peruanas o subestimados por los interpretes de la realidad), que dan sentido y vida a miles y miles de hombres y mujeres, y que generan dramas, esperanzas, risas, derrotas, juegos, sentimientos o fuerzas.

Lo que si estoy empezando a entender es que la intersubjetividad (los significados compartidos construidos en las interacciones) del hombre y la mujer peruanos (que conforman las grandes mayorías) en su espacio sociocultural de vivencias cotidianas, desafía las teorías y las metodologías, porque son sujetos sociales que cambian la realidad con rápidez, tienen una  vasta experiencia transnacional, que trae consigo historias, épocas y valores de las culturas diferentes del peruano. Ellos y ellas son los más emergentes, inmigrantes y llevan viviendo pocos años en la ciudad. Tienen vidas móviles, están ubicados en lugares colectivos, y espacios públicos que aparecen y desaparecen, como el mercado popular, las "canchitas" de fulbito (pequeños campos para practicar el fútbol), las cabinas de internet, los restaurantes al paso (en la calle) o los jirones de personas que se agolpan en calles, avenidas y callecitas de los emporios comerciales y avenidas de la ciudad moderna.

Y menciono estos lugares porque en ellos se están negociando sentidos, identidades y la diversidad de lo rural y urbano donde saltan a la vista (y al oído también) textos y narraciones, más bien orales- musicales y conversaciones desarticuladas por donde pasan, se filtran, se esconden y florecen el alma y el corazón ( o sea los gestos y sentimientos de rabia, de amor, de soledad, de resentimiento, de venganza, etc.) de individuos reunidos que desmenusan las historias políticas, luchan o protegen su soberanías personales, recrean (cantando una canción) momentos con sus seres queridos y sus casas en las lejanías del cerro, allí están manteniendo sus esfuerzos por alcanzar el derecho de “ser personas” en la ciudad que odian y quieren a la vez y que es su conquista y su adversaria, el lugar de infraestructuras necesario en el que hay que estar para ser alguien y sobrevivir, condición implícita y necesaria para ser modernos en el Perú y el mundo del siglo XXI.

¿Quiénes son la mayoría en el Perú? Ellos son los pobres (por falta de oportunidades, no porque no sean capaces de salir adelante), los niños, los adolescentes, los jóvenes, los ambulantes, los campesinos, los albañiles (que empiezan y no terminan las casas por falta de presupuesto, aunque si útimamente se ve una buena racha de construcciones, pero en la urbes no en las zonas rurales), los choferes de combi, los provincianos, los inmigrantes internos, los indígenas. Se trata pues de una larga lista de sujetos sociales inmersos en un Perú moderno y en vías de desarrollo, pero todavía con crisis sociales en curso.

Lo que siempre me llama la atención es el hecho de ser ciudadano en un país donde hay campesinos, pobres en las calles, regiones con culturas antiguas e historias fantásticas, territorios donde se habla el quechua o el aymara, y vastas regiones con comunidades, memorias y voces diferentes entre sí.

He aprendido los procesos sociales del Perú, siguiendo las historias del inmigrante del campo en la ciudad, pienso que él es el sujeto histórico portador de la memoria del país, junto con el peruano de la ciudad, el limeño, (migrante moderno, que se siente muy bien en el mundo globalizado) que transita, inventa o mira su país con ideas, costumbres y actitudes modernas, estadounidenses, europeas o asiáticas.

Esa combinación entre el inmigrante campesino y el limeño (sino acaso dos tipos de poderes ideologizados y utópicos) que se volvió conflictiva (entre los años 80 y 90) entre resentidos y racistas, desencadenó el terrorismo que surgió de las oposiciones entre la sierra y la ciudad, el rico y el pobre, el civil y el militar. Lugubre e infeliz etapa histórica de nuestra vida nacional que nunca más se debe repetir.
Por otro lado, vemos en la Lima de hoy al nuevo limeño que se ha convertido en un fuerte consumidor, en ciudadano, está civilizado, vive en la ciudad y usa la tecnología, pero su cultura civil, de respeto por el otro culturalmente diferente es todavía pobre, ajena, a veces casi inexistente.

Dicho sea de paso esto es mundial y no es solamente un fenómeno social peruano, pero en el caso del Perú: el drama, la violencia, la protesta, la impunidad, el abuso, la corrupción (donde el empoderado engaña y se aprovecha del vulnerable y, además, hace mofa de sus hazañas) se dejan entrever y se conocen por las crónicas periodísticas y los comentarios de la gente. El respeto de las culturas diferentes es la tarea pendiente en los programas de estudios escolares y universitarios y en las agendas políticas, los peruanos tenemos que aprender que la cultura y la comunicación pueden ser utilizadas como estrategias de desarrollo e inclusión de la diversidad y no vistas solamente como productos económicos y comerciales.

Para cambiar actitudes tenemos que incluir e incluirnos en la producción de sentido, definiendo, aclarando y preguntándonos entre nosotros sobre experiencias, testimonios y comportamientos sociales. Eso ayudará a reflexionar y cambiar mentalidades para pacificar las relaciones dentro de la micropolítica de la vida cotidiana, en las familias y las escuelas peruanas. Se está viendo que en el mundo occidental el Estado, la ciudad y la nación ya no logran soportar suficientemente a las personas.


Por eso que las tareas de transmitir valores y educación han sido transferidas paulatinamente a la economía, los medios, los centros de estudios y la familia junto a los grupos de pares. En el Perú encontrar un domicilio fijo donde vivir y llenarlo de sentido respetando la cultura propia y la de los demás será una forma de desarrollo, pero la estabilidad, la movilidad y la educación por el respeto del otro son problemas exitenciales, históricos y sociales que hoy tenemos que afrontar todos los peruanos en un Perú moderno democrático globalizado y local. A todo nivel y con todas las personas.

Factores para el desarrollo de la sociedad civil peruana en Milán para entrar al codesarrollo


Actualmente, la inmigración y la necesidad de establecer puentes entre los peruanos sus comunidades de origen y la sociedad civil italiana plantean nuevos problemas y desafíos, tales como el fortalecimiento de las redes organizativas y la apuesta por entrar en la sociedad civil.
Ingresar a las dinámicas de la sociedad civil en el contexto de la inmigración implica la comprensión que dichas dinámicas facilitan el mantenimiento del vínculo con la familia de origen al igual que el acercamiento a las tradiciones y la identidad propias del país de proveniencia. Sin perder de vista los beneficios de la inmigración en el país de destino, que se evidencian en el empleo, la instrucción y el acceso a los servicios de salud pública.
La sociedad civil se distingue por su forma organizativa y por su sistema de valores.
El asociacionismo sigue siendo una estrategia para el intercambio de experiencias entre connacionales peruanos y un espacio para generar discursos a favor de la comunidad de peruanos residentes en Milán. Pese a que se trata de una realidad de encuentros muchas veces se producen pugnas y tensiones al interno de las asociaciones que pierden de vista o caen en la confusión al no saber ¿cómo manejar los conflictos?, sin lograr convertir conflictos en propuestas y diálogos coordinados con una buena carga de comunicación y transparencia.
Pese a esto, el concepto de sociedad civil que se traduce en lo práctico en la asociación con una misión y visión dedicadas al desarrollo puede ser la respuesta y alternativa para sobrellevar las dificultades que genera la migración tanto en el lugar de origen como de destino. De mi experiencia compartiendo en los útimos 5 años reuniones, conversaciones y encuentros con inmigrantes peruanos en Milán y Roma me doy cuenta que la asociación es el punto de llegada y no el punto de partida, pues hay todavía que fortalecer las organizaciones y abrir el diálogo a la base social, lo que no necesariamente ocurre ahora, pues muchos organizadores de asociaciones y asociados están entendiendo que una asociación es una jerarquía vertical, sin inclusión del colectivo, lo cual ha generado que la propuesta en la práctica se desfigure, pierda validez y legitimidad.
Sin embargo, ya existe un concepto para definir esta experiencia visagra productiva-inclusiva de ser extranjeros sin perder las raíces, que ha sido denominada “codesarrollo” por el teórico argelino nacionalizado fancés, Sami Nair. Este concepto está empezando a tomar auge en España, Alemania y Francia donde el codesarrollo está dando ya buenos frutos, ha comentado el mismo Nair en un artículo publicado por el diario El País de España el 25 de julio pasado. No es fácil generar nuevas asociaciones y mucho menos enraizarlas, se trata de un proceso (que en el contexto de la inmigración) puede ir tomando en cuenta los siguientes factores: pasar de la sensibilización al compromiso, una actitud de aprender a aprender, la convicción de abrir espacios a todos para incluir a los que están excluidos de la sociedad civil, capacitar para mejorar saberes y trabajar sobretodo con la base social.
En una lógica de causa-efecto, conviene recoger las experiencias exitosas de desarrollo local, que indica Michel Azcueta en su libro del año 2000 « Erradicar la pobreza: las soluciones existen ». Sobre las experiencias exitosas de desarrollo local, Azcueta dice que: son experiencias que logran un empoderamiento de los pobres, construyen liderazgos entre hombres, mujeres y jóvenes, construyen puentes de relación con otros grupos y sectores con el fin de ampliar su campo de acción, inciden en proyectos integrales con diferentes acciones y actores. Modifican actitudes, fortaleciendo la auto-confianza, disminuyendo o alejando las frustraciones. El papel de la educación es esencial para ello, al igual que el hecho de profesionalizar los roles, comprender los procesos sociales e insistir en los valores a favor del desarollo humano.
Algunos datos relevantes sobre la inmigración peruana en la Región de Lombardía señalan que el número de peruanos residentes era de 42,400 peruanos en julio de 2007, según el ISMU (Iniziative e studi sulla multietnicità). Otros reportes recientes informan que el impacto de la crisis financiera mundial afectó los ingresos de los peruanos residentes en esta ciudad, reduciendo la cantidad de dinero que ellos enviaban a sus familias en Perú, según una encuesta realizada en mayo último por el Consulado del Perú en Milán.